La primera Copa Mundial post guerra, la de Brasil 1950, tuvo sólo 13 participantes. La Segunda Guerra Mundial había hecho estragos, principalmente en Europa, y los seleccionados estaban totalmente diezmados.
A pesar de todo, la pelota giraba mientras Europa se reconstruía y la cuarta Copa del Mundo estaba en marcha.
Austria fue la primera selección en renunciar a su partido con Turquía. Los turcos habían superado a Siria y necesitaban el repechaje con el seleccionado europeo. Al renunciar los austríacos a jugar ese encuentro, Turquía consiguió el pasaje a Brasil, pero también renunciaron los otomanos y la plaza quedó vacante. Desde la organización se invitó a Portugal (que había perdido ante España en la clasificación) y los lusitanos aceptaron en un primer momento, aunque antes de comenzar la Copa decidieron no ir.
Otro clasificado era Escocia. La Copa británica daba 2 plazas a Brasil 1950, la primera obtenida por Inglaterra y la segunda para los escoceses. Pero los del norte de la isla, aludiendo que ya habían perdido ante los ingleses, decidieron no ir. En su lugar se invitó a Francia, que al igual que los portugueses, aceptaron en primera instancia, pero luego desertaron.
Las excusas puestas por franceses y portugueses fue la misma: las distancias entre las sedes. Pero la realidad era que sabían que mucho no podrían hacer en tierras brasileñas, ya que sus seleccionados carecían de figuras.

El último en renunciar fue el participante asiático. Había dos inscriptos, India y Birmania, renunciando al partido de clasificación los birmanos. Con el pasaje a Brasil, los indios se disponían a viajar, pero pedían jugar como ellos estaban acostumbrados. Sin zapatos, con sus pies descalzos. La FIFA dijo que no y la India renunció a participar, dejando otro hueco.
SIEMPRE JUGAMOS ASI
India ya había participado de un torneo importante dos años antes de la Copa Mundial. En los Juegos Olímpicos de Londres 1948 los indios se enfrentaron a Francia. El partido fue muy emotivo y la mayoría de los jugadores asiáticos se paraban en la cancha sin botines. Sólo una fuerte venda cubría los tobillos, plantas y empeines de los pies de los jugadores. Claro que algunos jugaban calzados.
Si bien Francia no tenía un gran seleccionado, la idea del juego de los franceses se mantenía y abrieron el marcador a los 30 minutos de la primera etapa por intermedio de René Courbin. Faltando 20 minutos para el final del encuentro llegó el empate de India y cuando parecía que todo quedaba en tablas, René Persillion convirtió el segundo tanto para los franceses. Y fue alivio para el seleccionado galo, porque había sido superado en el juego por el combinado asiático, que por falta de roce, suerte o exceso de ingenuidad, se perdieron goles hechos, inclusive erraron 2 penales.
En 1951, India veía como una nueva generación de jugadores conseguía su primer logro: La Copa de los juegos de Asia. Sin recibir goles en contra, y nuevamente con la mayoría de sus jugadores sin zapatos, India ganaba su primera copa.
En 1952, el mismo seleccionado viajó a Helsinki para los Juegos Olímpicos de 1952, pero en el Football Grounds Pallokenttä tenía enfrente a Yugoslavia, una selección muy potente que a la postre llegaría a la final. El resultado fue contundente: 10-1 a favor de los eslavos.
Tras un parate de dos años llegaron nuevamente los juegos asiáticos, pero los indios fueron eliminados por Indonesia en la primera ronda.
Se avecinaban los juegos olímpicos de Melbourne, previamente, la desidia en los dirigentes (o la falta de conocimiento) hizo que los indios se inscribieran tarde para la participación en la Copa Mundial de Suiza 1954, quedando afuera de los fixtures.
En febrero de 1955 recibieron la visita del seleccionado de la Unión Soviética, enfrentándose ante India en tres oportunidades en diferentes sedes. La gira de los soviéticos fue favorable para los europeos, que ganaron los 3 partidos (4-0; 4-0 y 3-0), pero no se fueron sin invitar a la selección asiática a un partido en Moscú. El mismo fue en septiembre de ese año y el 11-1 fue categórico.
No fue hasta fines de 1956 que la India tuvo otro encuentro internacional. Esta vez en una competición importante: los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956. La generación de jugadores que tímidamente daba sus primeros pasos en Londres, 8 años atrás, se presentaba en Oceanía para ganarle al local por 4 a 2 y clasificarse directamente a las semifinales. La chance de ganar una medalla estaba latente, pese a haber perdido ante Yugoslavia por 4 a 1. Pero esta vez no fue fácil para los eslavos.
El primer tiempo del partido terminó igualado sin tantos. Varios indios estaban descalzos en la cancha, pero eran cada vez menos. Uno de los jugadores que utilizaban botines era Neville D’Souza, a esa altura héroe absoluto de los fanáticos del fútbol indio. D’Souza le había convertido 3 goles a Australia y su hattrick fue noticia, más en el subcontinente asiático.
El mismo D’Souza se encargó de abrir el marcador ante Yugoslavia, a los 7 minutos de la segunda parte. Pero el triunfo parcial duró sólo 2 minutos ya que los yugoslavos hicieron 4 goles en 20 minutos.
El partido por la medalla de bronce ante Bulgaria fue más parejo, aunque el 3-0 final para los búlgaros devolvió a los jugadores indios a su patria con un cuarto lugar olímpico, siendo todos recibidos como héroes nacionales.
Así nació la era dorada del fútbol indio, tan humilde como su juego, con un triunfo importante, un par de derrotas ajustadas y un hattrick de D’Souza. Pero más destacada por una renuncia importantísima, por no poder jugar descalzos.
Eramos tan pobres...
ResponderEliminarTodos patasucias
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